
CaixaForum Madrid alberga en su centro expositivo, desde el 19 de febrero hasta el 9 de junio, la exposición “Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo”, con la colaboración del Centre Pompidou de París, después de su paso por Barcelona.
Movidos por la crisis ecológica sistemática que debilita cada vez más el mundo de los seres vivos, surge esta muestra cuya razón de ser es transmitir la estrecha relación entre arte y naturaleza desde el Surrealismo hasta nuestros días.
El término biomorfismo, derivado del griego (bio-vida, morphe-forma), fue incorporado a la historiografía del arte por Alfred H. Barr en 1936 cuando lo usó por primera vez en su exposición “Cubismo y arte abstracto”. Una obra de arte biomórfica debe tener un aspecto orgánico, con formas fluidas, inspiradas en lo biológico, en el mundo natural. Un intento de captar la belleza de la naturaleza. Este biomorfismo cogió fuerza a principios del siglo XX con movimientos artísticos como el modernismo, el Art Nouveau y el Surrealismo.

La exposición se divide en cuatro secciones temáticas que nos presentan un recorrido que incluye más de ochenta piezas entre las cuales podemos ver pinturas, esculturas, fotografías, cine, diseño y arquitectura. Desde el arte surrealista, pasando por el land Art, y llegando al arte conceptual. Reuniendo obras de artistas del siglo XX como Picasso, Le Corbusier, Kandinsky, Georgia O’Keeffe, o Giacometti, avanzando hacia nuevas aportaciones de artistas de las últimas décadas como Neri Oxman, Jeremy Deller o Pamela Rosenkranz con perspectivas novedosas.
La primera sección lleva el título de “Metamorfosis”, compuesta en su mayor parte por obras surrealistas en las que se difuminan los límites entre lo antropomorfo, lo zoomorfo y lo vegetal. Le seguiría “Mimetismo”, una muestra de cómo la naturaleza se convierte en inspiración para los artistas, cobrando importancia el diseño y la fotografía, reproduciendo sus formas, texturas y movimientos.

Con el surgimiento del arte abstracto en torno a 1910, la relación entre arte y naturaleza cambia, dando lugar a la “Creación”, ya que se empezará a rechazar una imitación de la apariencia externa de las formas orgánicas. Muchos artistas en los sesenta usaron la propia naturaleza para trabajar, destacando el arte povera en Italia o el land Art en Estados Unidos.
En la última parte, llegamos a la “Amenaza”, una terrible consecuencia de la actividad humana sobre la naturaleza, que nos acaba provocando miedo y preocupación, el estado actual en el que nos encontramos frente a nuestro sistema ecológico, y que sigue inspirando a los artistas de hoy en día, entrando de lleno en el ámbito medioambiental. Destaca la pieza del artista japonés Tetsumi Kodo con el título de Polución-cultivo-nueva-ecología, que se trata de un jardín posnuclear que tiene como telón de fondo las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. La exposición finaliza con una muestra audiovisual visible con gafas 3D llamada Exodus, de Jeremy Deller que refleja la grabación de la salida de los murciélagos de una gruta con el fin de aludir al sentimiento de amenaza que sentimos al ver a estos animales a raíz del COVID-19.

Esta última pieza audiovisual, que genera una espeluznante sensación, contrasta con la pieza que abre la exposición, una bella puesta de sol de Georgia O’Keeffe, cumpliendo con el fin de hacernos reflexionar y de apelar a nuestras emociones.
La pintora anteriormente mencionada, es una de las ocho artistas mujeres que aparecen en esta muestra. Respecto a la poca representatividad de las mujeres en esta exposición la comisaria Ángela Lampe, conservadora del Pompidou, resuelve este problema afirmando que, aunque cada vez se compren más obras de mujeres en esta institución museística, antes no era así, por ello las colecciones son más reducidas en este ámbito, un hecho que son conscientes de que ha de cambiar.

Ángela Lampe nos ofrece un recorrido en el que lo bello y lo desagradable caminan de la mano, centrándose en las formas orgánicas y fluidas que se adentran en estas manifestaciones artísticas. Con preguntas que se nos van formulando a lo largo de la exposición, y pantallas interactivas que nos hacen adentrarnos aún más en ella, se nos revela la atracción humana por las formas orgánicas, la creación de nuevos elementos naturales, el descubrimiento de formas microscópicas… Un importante vínculo nos une a los seres humanos con la naturaleza, y esta exposición viene a hacernos reflexionar frente a la alarmante situación actual con el medioambiente. Igual que cuidamos el arte, cuidemos la naturaleza, ya que, sin ella, nada sería posible.
Isabel Iturriaga Gomes