
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (MNCARS) alberga entre sus muros hasta el próximo 26 de febrero la primera gran retrospectiva del artista lituano Ben Shahn en España, con el nombre Ben Shahn: de la no conformidad.
El MNCARS rescata de la barca de Caronte a un artista que se encontraba destinado al olvido. Ben Shahn resucita de sus cenizas como el Ave Fénix encontrándose más vivo que nunca en un momento de máxima crispación mundial. 60 años han tenido que pasar para que este artista volviese a gozar de una gran retrospectiva en Europa. Sin lugar a duda, la espera ha merecido la pena, porque la exposición no consigue únicamente remover el pasado, sino que también consigue remover la conciencia del espectador. Una obra artística de la que si no conociéramos la fecha parecería que estamos observando nuestra propia realidad. Ya lo decía Laura Katzman, la comisaria de la exposición: ‘‘Shahn estaría aterrorizado si viera el momento que estamos viviendo’’.
Un estilo único y propio que mostraba la realidad con un gran carácter crítico y reivindicativo. Mientras que la mayoría de las corrientes artísticas del momento trataban de huir de un mundo cruel y despiadado a través de la abstracción, Ben Shahn se enfrentaba a él. Ponía en valor la capacidad influyente del artista sobre la sociedad en un momento en el que el arte se había convertido en mercado. Su estilo evoluciona desde lo figurativo hasta lo simbólico, llegando a rozar la abstracción al final de sus días, asumiendo quizás la incapacidad de cambiar un planeta podrido. Procesos de cambio reflejados a la perfección en la exposición, desarrollada a través de un discurso lineal sin grandes saltos temporales. Consecuente con las causas sociales y las injusticias, no únicamente desde su estudio sino también como activista, hecho que la exposición se esfuerza por mostrar a través de una recopilación de archivos de gran valor material e histórico.
La muestra resulta acertada, pero sobre todo necesaria, debido al momento en el que nos encontramos actualmente a nivel mundial. Discursos racistas, machistas y xenófobos, injusticias sociales, pobreza extrema, guerras y sufrimiento se reflejan en las obras que acoge el museo con la intención de mostrar la mayor variedad posible dentro de la carrera de Shahn. Problemas del pasado que parecen actuales, lo que lleva a plantearse la pregunta de si realmente la sociedad está avanzando o en realidad continuamos anclados en el tiempo. Las cartelas, aunque a simple vista puedan resultar pesadas por la gran cantidad de información que contienen, resultan excesivamente útiles para contextualizar las obras y comprender en qué consistía la lucha del artista.

La destacable magnitud de la exposición consigue que se atraviesen varios estados anímicos en el recorrido por las salas. Unos primeros momentos de interés al principio por los motivos tan peculiares de sus cuadros dan paso más tarde a un cierto punto de pesadez por la constancia temática. En ningún momento llega a ser una exposición complicada de digerir ya que se consigue narrar la historia de Estados Unidos y del mundo a través de la obra del artista. Este breve lapsus de monotonía es equiparable a la calma que precede a la tormenta. Llegados aproximadamente a la mitad de la exposición todas las emociones contenidas explotan y se exteriorizan. Labor no únicamente de la innegable calidad pictórica de la obra sino también de la comisaria que introduce en nuestro subconsciente a través de pequeñas dosis el pasado judío del artista. Consigue así generar en el espectador la empatía, el sufrimiento, la angustia, el dolor, el rechazo y el odio hacía el genocidio nazi y el exterminio judío. Una mezcla de sentimientos que van generando un abatimiento progresivo en aquel que consigue conectar con la obra de Ben Shahn.
La desolación absoluta que se alcanza llegados a este punto se muestra en el rostro de los visitantes, como si de una obra de Edward Hopper se tratase, ya no siente ni padece, ante la asimilación de la capacidad del ser humano de causar sufrimiento a sí mismo. Es en la última sala es cuando se puede escuchar el canto de los pájaros y la luz se abre espacio entre la oscuridad. La comisaria comprendiendo la necesidad de ello, genera un pequeño espacio de reflexión en el que habla del concepto de la inconformidad presente a lo largo de toda la obra de Ben Shahn. Concepto trasladado a la sociedad actual que debería estar presente en cada uno de nosotros para luchar contra las injusticias al igual que lo hacía él. No consiguió frenar todas las injusticias del mundo, pero nos mostró a través de su obra Identidad (Fig.1)(1968) que todos juntos podríamos conseguirlo.
Una gran exposición, con un gran carácter crítico que consigue analizar un momento clave de la historia estableciendo hilos de unión con la actualidad. Un recorrido bastante completo a través de la obra del artista lituano que consigue abordar las distintas ideas tratadas a lo largo de su carrera, generando conexiones entre las temáticas y las salas. Una muestra que no se mantiene en lo superficial, sino que trata de hacer reflexionar al espectador más allá de las propias salas de museo. Ben Shahn: de la no conformidad en el año de Picasso y Sorolla se ha colado merecidamente entre una de las mejores exposiciones del año 2023. Un artista que ha vuelto para quedarse.
Alejandro Bellanco Guerrero