
La muestra Sorolla, viajar para pintar. Otra visión de España se puede visitar desde el 16 de octubre de 2023 hasta el 21 de abril de 2024 tras su prorrogación en el Museo Sorolla de Madrid con la colaboración de la fundación homónima.
En la exposición se encuentran reunidos diferentes lienzos que, como el propio nombre de la muestra indica, hacen al espectador viajar de la mano del pintor valenciano por la España de inicios del siglo XX a lo largo de las cuatro salas en que se articula.
La exposición temporal se inserta dentro de un programa cultural organizado como conmemoración del centenario de la muerte del artista. La celebración del homenaje no sólo se realiza en Madrid, sino que se ha extendido por todo el territorio nacional – e internacional con exposiciones en el extranjero como es el caso de Copenhague – incluyendo pequeñas muestras de los cuadros del artista en diversos puntos donde trabajó como son: Viajar para pintar. Sorolla en Toledo, Viajar para pintar. Sorolla en Galicia o Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián. Todas ellas concentran su discurso en pinturas que el artista realizó in situ en cada ciudad, mostrándolas en los museos municipales para después confluir en la capital española estableciendo un diálogo y relación entre todas ellas con un mismo mensaje: viajar para pintar. Y es que estos desplazamientos fueron clave para el maestro valenciano.

En las obras, Joaquín Sorolla y Bastida representa paisajes marcados por la técnica au plein air, heredada de artistas franceses tan importantes como Claude Monet, mostrando la influencia que su recorrido por el extranjero tuvo en sus lienzos. Esta técnica permitía al artista pintar fuera del taller, al aire libre, siendo un relevante progreso en cuanto al estudio de la luz se refiere, tan importante en la pintura de Sorolla. En la exposición esta idea se ve apoyada en una recreación de cómo habría sido una sesión de pintura al aire libre junto a una superficie digital donde se proyectan imágenes del propio artista realizando esta actividad. Dada su maestría con el pincel y su reconocimiento internacional, no es sorprendente que la Hispanic Society de Nueva York encargara a Sorolla en 1911 unos lienzos que decoraran una galería del edificio principal de su sede. La serie se denominó Visión de España y en ella el artista representó a personajes tradicionales de la cultura española, vistiendo las ropas propias de cada zona geográfica en búsqueda de una identidad nacional que poco a poco iba cayendo en el olvido.
En cambio, en la muestra actual del Museo Sorolla, en los lienzos no hay apenas figuración, siendo los personajes meras pinceladas rápidas y abocetadas, perdiendo toda significación.
Se trata de otra visión de España, una nueva perspectiva en comparación con el encargo para la Hispanic Society donde el verdadero protagonista es la naturaleza: el mar Mediterráneo (destacando Valencia) y las calas mallorquinas, algunas de ellas asemejándose a pequeñas postales, en la primera sala; la playa del Cantábrico y la paleta más fría en la segunda; la naturaleza aragonesa y madrileña junto a los monumentos y vistas castellanas en la tercera; y los jardines andaluces en la cuarta. Se trata de una compilación de viajes por toda España desde el plano más íntimo del artista, donde su propia persona se ve sumergida en la inmensidad de lo que lo rodea, del paisaje y la naturaleza. Y es que eso es Sorolla, luz y movimiento, playas y felicidad. A pesar de ello, en la exposición se pueden admirar también otros registros en los que Sorolla sorprende con un cielo tormentoso, un mar embravecido y la violencia del agua rompiendo contra las olas. Sin necesidad de personajes, el artista atrapa al espectador con sus pinceladas, que muestran una evolución a lo largo de los cuadros observando también el desarrollo artístico del valenciano a lo largo de los años y la experiencia adquirida, siendo mucho más expresiva y aparentemente descuidada en su última etapa. Todo ello enmarcado en un fondo neutro donde las piezas se lucen en su máximo esplendor sobresaliendo el trabajo de la luz y el color.

Pero en las salas no sólo se observan cuadros situados en puntos nacionales, sino que también se pueden admirar otras localizaciones como Venecia (Italia), testimonio de sus avances en cuanto a formación en el extranjero. Cabe señalar que el recorrido por las diferentes ciudades va guiado a partir de una línea temporal desplegada por las paredes donde se dispone el año y ubicación de cada pintura, una ayuda esencial para comprender la disposición de las piezas y sustentar el discurso de la muestra.
Las obras, a su vez, actúan como testimonio, no sólo de la evolución del artista, sino también de las ciudades o territorios representados. Esos paisajes áridos y casi desnudos representados por el maestro valenciano actualmente presentan un desarrollo moderno con edificios y espacios completamente diferentes. Sorolla no sólo fue pintor, sino también cronista, un artista que trascendía el plano superficial para ahondar en la profundidad de los personajes de sus pinturas, al igual que en los paisajes protagonistas de sus lienzos. El plano personal entre los lienzos y Sorolla tienen como culmen la última sala donde se muestra el paralelismo entre sus viajes a Andalucía y la influencia que los palacios de Sevilla o Granada tuvieron en su vida personal. Estos fueron inspiración para su vivienda en Madrid, poniendo en relación en esta última parte de la muestra cuadros de jardines andaluces y su propia vivienda donde el agua y la naturaleza tienen un papel relevante y donde Joaquín Sorolla pasó sus últimos años de vida.

En Sorolla, viajar para pintar. Otra visión de España el espectador visita a través de la obra del artista la geografía, principalmente española. En ocasiones el asistente incluso intenta buscar un punto reconocible en la obra del artista, como un juego en el que pasado y presente se unen. “¡Ahí he estado yo!” o “¡Madre mía qué cambiado está todo!” son algunas expresiones que se pueden escuchar en las salas. Sí, todo ha cambiado, todo menos la facultad de transmitir de Sorolla, su capacidad de plasmar la naturaleza en su estado más puro donde el ser humano no tiene cabida ante su grandiosidad, ante su hermosura. De ahí que en las obras no haya necesidad de incluir a personajes, el propio paisaje es merecedor de ser protagonista de la pintura de Sorolla.
Alejandra Sánchez Gutiérrez