La desnudez del alma: Sakiko Nomura en Fundación Mapfre

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Tierna es la noche es la primera retrospectiva que recibe una de las fotógrafas japonesas más célebres de su generación: Sakiko Nomura (1967). La muestra recibe el mismo nombre que la novela que el escritor estadounidense Scott Fitzgerald escribió en 1934 cargada de una simbología tan fuerte como la de la exposición.
Las imágenes de la japonesa narran vidas, historias personales que alcanzan una profundidad propia del lenguaje cinematográfico que emplea. Más que una muestra, mucho más grande, es un paseo por nuestras reflexiones y preocupaciones más profundas. A través de sus imágenes en blanco y negro traslada a un universo paralelo en el que la existencialidad humana pasa al primer plano. Capta los torsos desnudos de los hombres en un instante, un momento preciso en el que no hay un antes y un después si no un ahora, un por qué.
Todo se carga de significado, nada queda al azar. Cómo ella misma decía es capaz de captar la belleza de estos momentos porque tiene en su propio ojo el visor de una cámara. Las fotografías se cargan de un fuerte componente humano, se alejan de la artificialidad y hablan de sentimientos. Abandonan un mundo donde la rapidez se apodera de los cuerpos para detenerlos en un instante generando un ejercicio de reflexión. La identidad, el individuo, la memoria y la huella se condensan en imágenes extremadamente misteriosas que no huyen de los tabúes y los estereotipos si no que los posicionan en primer plano.
Y entre toda esta amalgama de sentimientos, de obras en blanco y negro y obras que llevan a cabo reflexiones tristes en un espacio gris se da un halo de luz, su única serie de fotografías en color. ¿ El motivo? Desconocido, pero, aunque pueda dar la sensación de que vaya a crear un diálogo que genere una desconexión, se crea una conversación extremadamente interesante que continua el camino establecido previamente.


Una vez más la exposición fotográfica que se presenta en la Fundación Mapfre no decepciona. Se podría decir incluso que se posiciona a la altura de las grandes muestras de pintura que se suelen presentar, en este caso con la comisariada por Estrella de Diego, 1924: Otros surrealismos. Este es el mérito de Enrique Juncosa quien confesó que llevaba más de 10 años planeando como organizar una exposición de esta fotógrafa desde que conoció sus obras en Japón.
Puede parecer así que esta exposición trace una línea con otras dos exposiciones fotográficas que también se llevaron a cabo en esta sala. La de Weegee con una visión cruda del mundo y los individuos que lo habitan, la de Strömholm con personajes e historias que eran excluidas. Una línea que habla de los individuos subalternos y los espacios en los que se configura su identidad alejados de la sociedad.

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