En busca de un artista; el reflejo de Zixuan Chen

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Las miradas entre historiadores del arte y artistas se cruzaron en aquel taller, donde se respiraba un ambiente tenso entre ambos, acompañado de un olor a aguarrás.

Se percibía una sensación de que algo nos separaba. Puede que esos 2,3 kilómetros entre la Facultad de Bellas Artes y la Facultad de Geografía, que se podían contemplar desde aquellos grandes ventanales que llegaban hasta el techo, pero también aquello que nos unía: la pasión y el amor al arte, e incluso algún Sonny Angel que se asomaba por un delantal impregnado de pintura fresca y por los bolsillos de los jeans de mis compañeras.

En aquel pasillo lleno de pizarras, los artistas explicaban, uno por uno, sus mapas mentales creados para dirigir sus obras, mientras que los historiadores buscaban esa mirada que compenetrase con su crítico interior.

Camisetas de rayas, como las de Picasso; pantalones de chándal rojos, como Adam Sandler; crocs rosas y diferentes estampados de leopardo paseaban a lo largo de aquel pasillo mientras explicaban cada mapa. Poco a poco, el rostro de algunos historiadores del arte parecía iluminarse tras escuchar uno de los discursos. Y a mí, solo me preocupaba no perder la paciencia pensando que mi bombilla, hoy, no se encendería.

Solo hasta que llegó el turno de Zixuan Chen. Los 13 segundos que utilizó para explicar el suyo, en forma de susurro, me conmovieron, dejándome con hambre de saber y ver más.

Al sentarme con ella en aquella enorme mesa de trabajo de aquel taller, Chen me mostró, a través de diferentes bocetos de su serie, cómo se centraba en explorar la complejidad del espejo y el reflejo, no únicamente como objeto físico, sino llevándolo a un concepto profundo que revela aspectos de autoconocimiento junto a la perfección externa.

Sus obras están influenciadas por el pensamiento del taoísmo, donde se ve impulsada a explorar el ciclo de la vida, la muerte, las emociones internas y la relación entre el individuo y la sociedad o la naturaleza.

Remarca la filosofía de «gobernar sin hacer nada”, un punto de partida donde une las creencias taoístas, que siguen las leyes de la naturaleza en lugar de imponer fuerzas externas, una forma importante de lograr el equilibrio interior, en contraposición a la amplia atmósfera de la sociedad moderna, donde tendemos a prestar demasiada atención a las evaluaciones externas e ignoramos nuestras verdaderas necesidades internas.

Encuentra un impulso en la obra de artistas como Satoski Kon, con su obra  “Paprika” donde la artista se sumerge en el limite entre los sueños y la realidad. La obra “Distorsión” de André Kertész, le crea un punto de partida la abstracción de la imagen reflejada en los espejos cóncavos que muestran sus fotografías. 

En la serie que me presentó, me generó un cuestionamiento directo sobre cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo somos vistos por la sociedad que nos rodea, poniendo el foco en la relación entre nuestra esencia interna y la influencia de la sociedad actual.

Zixuan  Chen ; “Cuando me miro al espejo, ¿la persona que veo soy realmente yo? Esta es una cuestión de identidad radicalmente relevante en la era de la información, donde la percepción de nosotros mismos se ve moldeada y también distorsionada por los reflejos que recibimos de la sociedad, los medios de comunicación y la cultura popular”

El uso del reflejo de un maniquí en sus bocetos evidencia cómo las personalidades pueden volverse condescendientes consigo mismas, atrapadas en un reflejo distorsionado por las expectativas sociales. Cubos que atrapan, aluden a cómo la sociedad limita y define, convirtiéndonos en otro maniquí más, igual a los demás. Bocetos de diferentes miradas de maniquí hacia el espectador enfrentan así la esencia intrínseca de su yo interior contra las miradas sucias, corrompidas y construidas, pieza a pieza, por la sociedad.

A través de estos, pude observar el empleo de diferentes técnicas entre ellas, la pintura digital, el óleo y también,  el estudio de la escultura.

La serie de tres cuadros nos invita a reflexionar sobre el impacto de las miradas externas y el poder que la sociedad impone, convirtiéndonos en personas hechas a medida. La obra de Chen encauza un camino hacia una reflexión sobre el autoconocimiento auténtico y libre de distorsiones.

Por último, dediqué una última mirada a aquel taller, donde observé la mesa blanca donde se encontraba sentada junto a su iPad trabajando en su obra. Mientras salía de allí, solo esperaba volver a verla, acompañada de su obra totalmente acabada.

Silvia Abad García / @silviaaabad

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