El pasado 9 de octubre de 2024 se inauguraba en la Planta 1 del Edificio Sabatini del Museo Reina Sofía la exposición temporal “Esperpento. Arte popular y revolución estética”. La muestra comisariada por Pablo Allepuz, Rafael García, Germán Labrador, Beatriz Martínez, José A. Sánchez y Teresa Velázquez, propone una relectura del término acuñado por el escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936).
El término fue formulado por el escritor con el fin de cuestionar la situación a la que se enfrentaba España en el primer tercio del siglo XX; una forma de plasmar la realidad del país a través de una nueva estética con la que se proponía renovar las estructuras sociales.
La exposición, que cerrará sus puertas el 10 de marzo de 2025, se articula en ocho grandes secciones en las que confluyen obra artística y documental de diferente formato y artistas como José Gutiérrez Solana, Rosario de Velasco, Alfonso Rodríguez Castelao, Eugenio Lucas Velázquez, así como otros artistas internacionales como Umberto Boccioni o Vittorio Podreca.
A través de obras literarias de Vega-Inclán, el recorrido temático abarca desde finales del siglo XIX hasta los momentos previos a la Guerra Civil española. Antes del esperpento nos sitúa en las últimas décadas del siglo XIX a través de prensa satírica, pinturas, y dispositivos ópticos que anticipan las técnicas de deformación características del esperpento. El espectador continúa por Visión de medianoche, introduciéndose en el siglo XX y su paulatina descomposición con los desastres bélicos. En Tablado de marionetas resalta la presencia del Teatro dei Piccoli, en el que Valle-Inclán se inspiró con el uso de marionetas como metáfora de los seres humanos que somos controlados por fuerzas.
El honor de don Friolera plasma la importancia que tuvieron algunas formas tradicionales para poner en escena las tensiones sociales y políticas, y, el carnaval, tuvo un gran protagonismo en este sentido. Fue en su obra Luces de bohemia, otra de las secciones, donde apareció por primera vez el término esperpento, en concreto cuando Max Estrella y su lazarillo charlan por las calles de un Madrid absurdo, brillante y hambriento antes de que fallezca el poeta ciego. Continuando con las secciones, los Retablos, el Tirano Banderas, y el Ruedo Ibérico, terminan por mostrar cómo Valle-Inclán empleó el esperpento para reflejar una sociedad en crisis, donde las convenciones se desmoronaban y las relaciones de poder eran puestas en tela de juicio.
