José García Tella regresa finalmente a España

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Retrato del artista junto a una calavera, José García Tella, 1962, Biblioteca y Centro de Documentación del Museo Reina Sofía.
José García Tella (Madrid, 1906 – París, 1983) fue un artista al que la guerra y el exilio borraron de la historia del arte.

Su postura crítica y sincera contra las desigualdades sociales y el franquismo provocaron su huida a París, donde su nombre se diluyó en la diáspora. No ha sido hasta los últimos años que la labor investigadora de Inmaculada Real López ha recuperado su figura hasta realizar su primera exposición individual.

El Museo Reina Sofía presenta Texto e imagen, simbiosis perfecta. José García Tella a través de su archivo personal, donde se recogen decenas de fotografías, escritos, dibujos, revistas y demás documentos de García Tella. El conjunto procede del archivo personal que el propio artista realizó en vida, y que hoy es donado por la familia al museo. Bajo el auspicio de “La” institución, García Tella regresa a España a través de un recorrido que aborda tanto su evolución por las diferentes artes que cultivó, como los principales acontecimientos de su carrera y vida personal. 

Artista todoterreno, durante la guerra colaboró con el gobierno de la República como fotoperiodista en las Milicias de Cultura. Sus fotografías, acompañadas de artículos críticos se publicaron en las Columna Durutti y en España Libre. Como cineasta, realizó una serie de documentales sobre los grupos desfavorecidos que no se han conservado. Asimismo, la guerra lo puso en contacto con un teatro social de carácter revolucionario que lo animó a experimentar con la dramaturgia comprometida. A través de la unión de la imagen y la palabra, García Tella propone una crítica sincera y directa a las desigualdades sociales y al franquismo. 

No resulta sorprendente que su compromiso ideológico y el avance nacional lo empujaran a exiliarse en Francia. En el campo de internamiento de Le Bacarès impulsó junto a otros intelectuales en 1939 el Manifieste d’intellectuels espagnols réfugiés en France. De ahí fue enviado a las Compagnies de travailleurs étrangers, si bien consiguió huir para después ser hecho prisionero. Huyendo por segunda vez consiguió instalarse en París. 

En el exilio se distanció del cine. “¡Ni arte ni industria! ¡Simplemente negocio… y política!”, escribía tachándolo de capitalista e injusto. Por su parte, el teatro no le trajo mejores satisfacciones, pues su propuesta revolucionaria no tuvo una buena acogida en Francia. Necesitado de un medio de expresión, en 1947 inicia su carrear como pintor y artista de collage. En la exposición Foyer de l’art brut de la Galería Drouin de 1948 en París llamó la atención del marchante Henri Pierre-Roché, quien lo ayudó a establecerse en el panorama francés. En la última etapa de su vida cultivó también la crítica de arte. Cofundará la revista Galería y participará en el sección Arte y Artista de Solidaridad Obrera, convirtiéndose en el primer crítico español en el exilio francés. 

Al finalizar la exposición, el espectador ha realizado un viaje documental por la obra de un artista polifacético olvidado durante décadas por la crítica y la institución artística. Muchas de sus obas teatrales, películas y escritos se han perdido, mientras que sus pinturas y collages se conservan en colecciones privadas difíciles de rastrear. En consecuencia, el ejercicio de auto-conservación que José García Tella realiza a través de la creación de su propio archivo personal, nos ofrece una fuente no solo excepcional, sino en ocasiones, única de estudio de su vida y obra. 

Henri Pierre-Roché, su primer marchante, lo describiría como un “Nuevo Picasso”. Sin embargo, la muerte de este y las complicaciones asociadas a la creación en el exilio, provocaron que su nombre se perdiera en medio de dos narrativas, la española y la francesa, sin ser verdaderamente reconocido por ninguna de ellas. Lamentablemente, esta es la condena general de aquellos partieron al exilio. Cabría entonces preguntarse cuántos como García Tella han sido olvidados y borrados, de forma irremediable o no, de nuestra historia. Texto e imagen, simbiosis perfecta, nos habla por ende de la importancia de recuperar y valorar el arte y a los artistas que perdimos durante la guerra y que nunca volvieron a nuestros museos. Siempre viene bien recordar que Guernica no fue el “último exiliado” en volver a España.

Carmela Iserte Lázaro

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