Chagall en Madrid, un discurso pacifista desde el sueño y el color

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Una exposición experimental que deja que las palabras del artista domine el discurso, en la Fundación Mapfre (Madrid), hasta el 5 de mayo de 2024.

Chagall. Un grito de libertad presenta, por primera vez la obra del gran artista ruso en el marco del complejo contexto histórico y biográfico que determinó su existencia. Las dos guerras mundiales, la persecución nacionalsocialista al pueblo judío y el exilio son, sin duda, los acontecimientos que más marcaron al pintor, y su obra se hace eco de la postura que adopta ante tales circunstancias. Impulsado por un fuerte compromiso sociopolítico de cariz humanista, el trabajo de Marc Chagall (1887-1985) se ofrece desde esta nueva perspectiva que muestra su pintura como un conmovedor testimonio de su tiempo; un tiempo cuya convulsión sigue estando presente en el nuestro.

A lo largo de su vida, el artista atravesó algunos de los acontecimientos más traumáticos del siglo XX, entre ellos, las dos guerras mundiales, que le obligaron a experimentar el desarraigo y la migración, condición encarnada por las figuras que pueblan tantas de sus pinturas. Desde su infancia en Rusia, donde nació, pasando por Francia, Alemania, Palestina y Estados Unidos, hasta su vuelta a Francias después de un exilio de siete años.

En un desafío a los preceptos de esas raíces judías hasídicas, que restringían la representación de imágenes tridimensionales para evitar la tentación de idolatría, Chagall emprendió su carrera de artista muy temprano. Quizás fue esa restricción uno de los motivos por los que su pintura se mantuvo siempre en el terreno de la representación figurativa -a pesar de verse influido durante su estancia parisina por algunos de los movimientos más importantes de las vanguardias históricas como el cubismo, el fauvismo y el futurismo-, al tiempo que inundaba de elementos mágicos y ensoñaciones fantásticas, que le permitían huir de una realidad difícilmente asimilable. Marcada por las vicisitudes vitales, su obra se mueve en un mundo entre lo real y lo imaginario, mostrando, sin embargo, el hondo compromiso de su autor con el hombre y sus derechos, con la igualdad y la tolerancia entre los seres.

La exposición propone un recorrido de más de 170 obras y conjuntos de documentos inéditos pertenecientes al Archivo Marc con un discurso lineal y cronológico que se subdivide en temáticas como la religión o viajes como el que hace a Palestina, que supone un antes y un después en su obra. Asimismo, puede contemplarse, por primera vez, una selección de los escritos del artista en yiddish, su lengua materna, en la que expresaba preferentemente sus compromisos políticos y humanistas.

Encontramos salas pintadas de negro para diferenciarse del resto y sumergirnos en la oscuridad. La sala más destacable es en la que se encuentra el tríptico conformado por las obras Resistencia, Resurrección y Liberación, que se puede llegar a asemejar a una pequeña cripta o capilla.

Un mundo onírico para tratar de huir de la realidad del momento, pero no es que sea positivo, sino soñador. La brutalidad de la guerra emerge a la superficie de la obra en ocasiones, pero en la mayoría de los casos se presenta a través de elementos iconográficos mitológicos y religiosos o una gama cromática simbólica y violenta.

Algunas claves del artista

Testigo de su tiempo. La obra de Marc Chagall refleja constantemente los acontecimientos políticos y socialesque le tocó vivir; es su testimonio pictórico, que, unido a sus escritos, permite abarcar la actualidad del momento ytener una visión de la compleja historia del siglo XX. Las obras que realiza en los años veinte y treinta estánimpregnadas del clima de tensión y antisemitismo que invadía Europa. El deber de recordar y testimoniar para que«la barbarie» no vuelva a producirse está también en el centro de su producción de posguerra. Buen ejemplo deello es El éxodo, que rememora la huida de Egipto del pueblo de Israel, una alegoría de la expulsión de los judíos deAlemania y de la Shoah.

Vítebsk. A caballo entre Rusia, Francia y Estados Unidos, los distintos lugares en los que vivió Marc Chagall noborraron sino que acrecentaron el amor y la nostalgia que sentía por su ciudad natal. A lo largo de su trayectoria, tanto Vítebsk como la comunidad judía allí asentada aparecerán bien como protagonistas, bien como fondo de sus composiciones. Chagall parte del lubok —ilustración tradicional rusa— y de la imaginería popular para conjugarloscon distintos motivos de su familia y su tierra natal. En su obra representará no solo Vítebsk, también al tratante deganado, al barbero, a los músicos itinerantes, a los mendigos o al rabino errante inclinado sobre la Torá. Igualmente,se representa a sí mismo y a su esposa Bella en escenas que simbolizan el eterno desarraigo y el desamparo, altiempo que la esperanza indefectible.

Crucifixiones y calvarios. En 1912, Chagall pintó por primera vez un calvario cuyo protagonista era un Jesúsjudío, y no cristiano, que llevaba un talit o paño de oración alrededor de las caderas en lugar del paño blanco y lacorona de espinas. También, por primera vez, el artista identificó el sufrimiento de este Cristo con el de toda sucomunidad. No fue el único pintor en representar un Cristo judío, pero sí será el primero en repetir este mismo motivo una y otra vez, al menos a partir de 1938, tras la «noche de los cristales rotos», para expresar el dolor por la persecución nazi a su pueblo. Para el pintor, estas representaciones son muestra no solo de una actitud filosófica y espiritual, sino también de una postura política y de una voluntad de restablecer la verdad ante lo que está aconteciendo.

Luftmensch. Es habitual, a partir de 1910, encontrar en las pinturas de Chagall distintos personajes voladores osuspendidos en el aire. Ya sean animales o individuos, se trata de seres volantes que, en su condición viajera de unlugar a otro sin permanecer en ninguno de forma estable, se relacionan íntimamente con el proceso de desarraigoy exilio que el propio Chagall sufrió a lo largo de su vida. Estos motivos se han identificado con lo que se conoce como el Luftmensch, una palabra yidis que en sus orígenes designaba a un soñador, alguien con la cabeza en las nubes, desprovista de raíces; imágenes, en definitiva, del cuestionamiento de la identidad. El violinista verde u Hombre-gallo sobre Vítebsk, por citar dos ejemplos, encarnarían así al propio artista como expresión del deseo vital de superar las fronteras y los límites impuestos.

Fundación MAPFRE (Paseo de Recoletos, 23. Madrid) Comisarias: Meret Meyer y Ambre Gauthier. Del 2 de febrero al 5 de mayo.

Coorganizada por Fundación MAPFRE, La Piscine – Musée d’Art et d’Industrie André – Diligent, Roubaix, y el Musée National Marc Chagall, Niza.

Carlos Treviño Avellaneda

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